miércoles, agosto 31, 2005

La espera

El tipo se acercó lento, al fondo veía la cara regordeta de El Calvo, biselada por las sombras, la pantalla en sus lentes. Recordó las palabras del Amarillo: tú por qué eres tan cagao? Maldito Amarillo, ya le ajustaría las cuentas…

—¿Qué tal?

El Calvo levantó la mirada un segundo, volvió por centésima
vez a intentar construir una tabla de 2×2 en Word, y frunció el ceño.

—¿Qué sería? – la voz parecía emerger de los cachetes más que de la garganta.

—Creo que puedo ayudar a que los documentos salgan en poco tiempo…

—Ah sí??? Cómo?

—Tengo una máquina lista, sólo espero los archivos…

El Calvo acercó su cara a la pantalla, arrugó la nariz y fracasó una vez más: definitivamente 2×2 era una noción que superaba sus conocimientos… se armó de toda la frustración que sentía y miró fijamente la cara del enviado.

—Yo necesito luz… estoy cansado de acumular oscuridades, su solución es inútil. Ahora nada me hará moverme de aquí, ni siquiera todos ustedes juntos al pie de mi escritorio… lárguese y dígale a su jefe que espere, si quiere. Estoy harto de su acoso.

El tipo miró el rostro de El Calvo, estúpido hasta el cansancio. Ese rostro no alcanzaría la luz ni estando a dos pasos de ella. De seguro, no sería la última vez que lo vería… si por lo menos le dieran la orden… Dio media vuelta y atravesó la oficina, tratando de dimensionar el cubo. Afuera, el Amarillo y el Negro esperaban… no hubo preguntas, no hubo explicaciones. El tipo salió y alcanzó a hilvanar: hoy tampoco.

El letrero sobre la puerta los observó arrastrar los pies fuera de allí, cada uno buscando en vano algo más que agregar a la realidad. El letrero se hacía llamar obscenamente Pagaduría.

jueves, agosto 04, 2005

De la cerveza y otros demonios

Desde hace poco, uno de mis intereses más relevantes (si no el de mayor relevancia) se ve amenazado por una sombra monopolística extranjera… estoy hablando obviamente de su majestad la cerveza.

Como si fuera poco el hecho de tener que soportar las fluctuaciones del mercado (léase cambios de precio según el establecimiento) y la disminución del valor agregado (léase el sacrilegio de ofrecerle a uno una cerveza caliente!!!), ahora se añade la incertidumbre de ver las narices de una multinacional metidas en un patrimonio inmaterial de la nación. Inmediatamente pienso en todo lo que ello conllevaría: aumento sustancial en los precios, tener que mutar el clásico chiste del piquito del águila por algún animal de la estepa africana, y el más preocupante de todos, cambiarle el sabor a la única fría que nos gusta a los manes!!!

Pensando un poco en la modernización que trae consigo la multinacional, se puede vislumbrar una drástica reducción de la mano de obra que hace la cerveza, cada vez se necesitarán menos personas para producirla, con el consiguiente aumento del desempleo en el país… Qué hijueputa lío!!!

Una de las paranoías que me ha perseguido desde temprana edad es el hecho de intuir la presencia de una mano tenebrosa detrás de cada cosa que sucede en el mundo. En lo que concierne a la cerveza he pensado del mismo modo, con la diferencia de que, personalmente, siempre he sentido aprecio y agradecimiento hacia la mano que me provee de alcohol, y también mucho respeto, porque uno jamás debe maltratar a la mano que le da de beber… Entonces a todas estas, ¿de qué modo nos afecta el cambio de manos detrás del manantial alcohólico, espumoso y frío? ¿Será que tendremos que tomar con música africana de fondo? ¿O será que ahora se requerirán menos personas para tomarse una canasta de cerveza?

Yo he sacado mis cuentas, y para tomarme unas frías necesito mínimo a cinco personas: tres que se las tomen conmigo, una que me joda la vida al otro lado del celular y otra que me aguante en la casa mientras vomito… ¿Tú ya sacaste tus cuentas?