jueves, junio 14, 2007

Jaime sí, Felipe no [No me jodan más con ese Pipe!!!]

Varios amigos y yo, verdaderos vales de muchas ocasiones, coincidimos en que el vallenato puro parece como si contuviera mensajes subliminales, pues cuando uno escucha alguno bien tocado y bien cantado, como que se le sube algo a la garganta, la boca se le hace agua, y algo en nuestro interior voltea hacia el man que tengamos al lado y dice “jodaaa, paga como meterse unas cervecitas, vale…” Claro que eso sólo sucede con un vallenato bien elegante, un zuletazo, un diomedazo, algo de Betos, de Silvio Brito, de Oñate, a veces hasta de Villazón, pero de los viejitos, de esos que ya no salen.

Muchas veces el mensaje me ha encontrado mal parado, y me toca quedarme con las ganas porque no tengo a algún vale por allí cerca [de esos indispensables dentro de las cuentas para tomar frías], o porque apenas estamos a 10 y falta mucho para fin de mes. De repente me viene a la memoria, por ejemplo, una tarde de sol, andando en la moto por una avenida de mi pueblo, y sentirme alcanzado por las primeras frases de Mi Rosalbita, en la voz de Poncho Zuleta, jueeepu… otro ejemplo: uno de los vales de los que hablo cuenta que una vez le corrió un escalofrío por la nuca y tuvo que tragar en seco cuando, en medio del silencio, escuchó a lo lejos, pero bien nítidas, las notas de la guitarra con que empieza Sin medir distancias, un auténtico piedrazo en el ojo!!!... En fin, anécdotas en este sentido hay muchas, que bien valen la pena para un post exclusivo, ya le llegará el momento [espero].

Por ese sentimiento y esa pasión que lo invade a uno al escuchar un buen vallenato y que he tratado de describir es que me duele lo que algunos “cantantes” le están haciendo al género. Y me refiero en particular a Felipe Peláez. De antemano quiero decir que no tengo nada en contra de él como persona [esto no va a ser un argumentum ad hominem], sino contra su faceta de “intérprete”. Y es que hay que hacer la salvedad, porque, por otro lado, Peláez es un compositor inmenso. Le ha aportado un aire fresco a las letras vallenatas, y sus melodías resultan supremamente pegajosas, muy parranderas y dicientes la mayoría de las veces. Y en la voz de alguno de los intérpretes que mencioné antes, la cosa es una verdadera bomba: resultan elegancias como La mitad de mi vida, Quien más te quiere [que llamamos simplemente El patatús], Llegó el momento, Cuando quieras quiero, Se te hizo tarde, entre muchas otras que nos hemos gozado y bebido hasta el cansancio.

Pero ¿y entonces? ¿Cuál es el problema con Felipe Peláez? Yo más bien diría el error, porque Peláez está destrozando con el codo lo que hace con la mano: se metió a cantante. Este señor no tiene ni idea de lo que es una buena interpretación vallenata… en general, se la pasa más preocupado porque su voz produzca un buen vibrato que en ponerle pasión y sentimiento a la canción [porque el vibrato no produce ni lo uno ni lo otro si no hay un algo detrás… para esa gracia, Serpa, rey consumado del vibrato, debería incursionar en la tercera ola]. Hay que decir que su voz no tiene la potencia suficiente para el canto vallenato, su interpretación no llena, no produce absolutamente ninguna reacción en el oyente fino [ése que sabe discernir el golpeteo de la caja, el rascar de la guacharaca y los bajos del acordeón de entre toda la maraña de instrumentos con que saturan ahora al vallenato].

Yo creo, de manera muy personal, que un cantante vallenato debe cumplir con varios requisitos para darle mérito a este género: una voz potente, de varón; debe involucrarse con la canción, dándole un dejo sentimental pero aplomado a las canciones de tipo romántico [ojo, no confundir con los balidos de algunos inquietos y compañía], y ponerle entrega, firmeza y pasión a las de corte parrandero; que se preocupe por encontrar letras que enaltezcan a la mujer, a la vida, a la amistad, y no que parezca como si en algún momento se fuera a cortar las venas o como si le estuviera haciendo un monumento a las infidelidades; en fin, que tenga una voz que cuando uno la escuche le provoque meterse un trago o una cerveza bien helada, y que uno se haga partícipe de su sentir y de su cantar. Obviamente, Felipe Peláez no cumple con ninguno de estos requisitos [bueno, por lo menos se salva en lo de las letras].

Así que desde aquí [sabiendo que mucha gente me odiaría si leyera esto] le pido a “Pipe” Peláez que reconsidere su decisión: déjele el canto vallenato a los que saben de eso, pásese a la balada, que ahí de pronto le puede ir mejor; o simplemente quédese componiendo, que eso sí lo hace muy bien. La apariencia no hace al libro, así como un look de metrosexual no hace un buen cantante vallenato. Esos viejitos barrigones, canosos, que se visten muy normalito, esos sí que saben de cantar, nojoda!!!